¡BIENVENIDOS! El Carmen De Viboral

OCUPACIÓN ESPAÑOLA Y ASENTAMIENTO MESTIZO


El descubrimiento español del territorio realizado hacia 1.541 estuvo a cargo de una hueste del Mariscal Jorge Robledo, comandada por Álvaro de Mendoza, cuando buscaban el Valle de Arví. Por el  suroriente también penetraron los conquistadores Francisco Núñez Pedroso y Francisco Martínez Ospina, pero rápidamente abandonaron la región.

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La ocupación de El Carmen acaeció en 1.573 luego de que el capitán Pedro Beltrán enviara con destino a Remedios un número considerable de reses de ganado vacuno y se extraviaron más de quinientas de ella en el valle de Marinilla.


Con el fin de recuperar las cabezas de ganado y asentarse en el territorio, el capitán Beltrán pidió a su yerno, el regidor Rodrigo Hidalgo, que intercediera ante el cabildo de Arma y la Gobernación de Popayán pera que se le otorgasen dos leguas de tierras en concesión en este valle con destino a la cría y ceba de ganado. La solicitud le fue aprobada.


Otros propietarios que adquirieron tierras en el municipio de El Carmen  fueron Diego Muñoz de Bonilla y su esposa María de Alarcón; estas pasaron por herencia, en 1.690, a manos de Sabina Muñoz.

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Los pobladores instalados iniciaron a finales del siglo XVII la construcción de haciendas y capillas en El Carmen. Una de las capillas pertenecía al cura de Marinilla, Sebastián Jiménez Fajardo; la otra estaba en el sitio denominado Los Minerales del Carmen.


El censo de población levantado en 1.786 mostraba que El Carmen estaba conformado por medianos y pequeños propietarios, especialmente mestizos. Entre los pobladores con mayor extensión de tierras se destacaban el Pbro. Aristizábal, Silvestre Herrera y Ramón Martínez.


El siglo XIX fue de un crecimiento relativamente rápido, que se aceleró  a lo largo del siglo XX. En 1.806 el juez pedáneo Julián Gómez Castro solicitó la erección de El Carmen a curato o parroquia para favorecer a  los 1063 habitantes.

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Al año siguiente, 1.807, se creó la parroquia la cual ascendió a la categoría de partido, con dependencia de Marinilla. En ese año contaba El Carmen con 300 casas de teja y paja, una iglesia de teja para la “pastoría espiritual del común” y otros dos templos en construcción. Por entonces su economía se basaba en la producción de: “mapas, frijol, cebada, habas, alverjas y todo género de hortalizas; es fecundo el terreno en ganando vacuno, ovejuno y cerduno. Aunque no hay escuelas públicas ni facultativas en medicina en este sitio”.


REFERENCIAS:


Colección de estudios de localidades, El Carmen de Víboral - Antioquia, CORNARE-INER, Universidad de Antioquia, Pág. 24, 25, 26 y 27.


EL ESPACIO URBANO


La cabecera municipal del Carmen de Víboral es un asentamiento lineal que se originó en el cruce de caminos que de La Ceja conducía a El Santuario y de La Unión a Rionegro. Ella se situó sobre la margen izquierda de la quebrada Cimarronas, siguiendo el valle en sentido longitudinal norte-sur. Los ejes estructurales de dicho asentamiento fueron desde un comienzo las carreras 30 y 31, vías que enmarcan la plaza principal. Posteriormente se conformaron las calles 29 y 30 como elementos secundarios de la estructura su trazado fue en damero, tradicional en los pueblos antioqueños.

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En 1.962 la zona urbana estaba compuesta por 33 manzanas edificadas, 6 carreras y 12 calles. Contaba en aquel momento con dos plazas: la central y la plazuela Bolívar ó parque de Los Fundadores; una casa municipal de construcción antigua donde funcionaba la alcaldía y las oficinas de administración municipal; el antiguo templo parroquial y la casa cural; el edificio Lino de J. Acevedo donde tenían aciento la personería, el teatro y la Casa Campesina; el colegio de las Hermanas Franciscanas; el hospital; la escuela urbana de niñas y la escuela nacional de artes y oficios. Contaba además con un matadero, una plaza de ferias y con el edificio para la planta eléctrica.


REFERENCIAS:


Colección de estudios de localidades, El Carmen de Víboral - Antioquia, CORNARE-INER, Universidad de Antioquia, Pág. 38 y 39.


EL TRANVÍA DE ORIENTE


Los líderes carmelitanos decidieron vincularse al proyecto vial del marinillo Román Gómez, de Luciano Restrepo y de Mauro Giraldo: la construcción del tranvía de oriente, que pretendía comunicar a Medellín con el Rio Magdalena y la capital del país, a través del oriente antioqueño.

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En 1.890 se inició la construcción del tranvía que tendría una línea de más de 300 kilómetros. Sin embargo sólo el 10 de diciembre de 1.924 se constituyó su junta directiva, con la participación de La Ceja, Marinilla, El Peñol, El Santuario, San Carlos, Granada, El Carmen, Guarne y San Vicente. Por El Carmen de Víboral participó Emilio Duque, presidente del concejo, con un aporte de diez mil pesos de oro representado en diez ocaciones.


Para iniciar la obra consiguieron un empréstito de 3 millones de pesos en la casa comercial belga Evrard Havenith de Amberes y con las subvenciones decretadas por los gobiernos nacional y departamental. El estudio eléctrico estuvo a cargo del suizo Juan Weber, director técnico de la obra.

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La empresa del tranvía de oriente logró llevar el 12 de octubre de 1.927 los rieles hasta Marinilla; pero en las postremerías de la hegemonía conservadora, en 1.929, se paralizó su construcción debido a la crisis económica mundial; el enfrentamiento político entre Román Gómez y los conservadores de oriente; la deuda del departamento con le empresa ferroviaria, casi de medio millón de pesos; y la construcción de la carretera al tranvía por parte de los rionegreros.


En noviembre de 1.948 la junta directiva del tranvía citó a los municipios accionistas a una reunión la cual fue dirigida por J. Antonio Rivera, con el fin de liquidar la empresa.


REFERENCIAS:


Colección de estudios de localidades, El Carmen de Víboral - Antioquia, CORNARE-INER, Universidad de Antioquia, Pág. 53 y 54.


CAMBIOS EN LA JURISDICCIÓN


El territorio de que hoy es El Carmen de Víboral perteneció en el período colonial a la jurisdicción del Cantón de Marinilla. La independencia eclesiástica comenzó en 1.807 y la civil en 1.814. A lo largo del siglo XIX el municipio sufrió continuas reestructuraciones territoriales debido a los vaivenes de la política nacional.

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Por la ley 16 de mayo de 1.851 Antioquia se dividió en provincias, entre ellas Córdoba, la cual se encontraba localizada en el oriente antioqueño, con Rionegro como capital y comprendía el oriente, aures y El Cantón de Salamina, incluyendo Manizales. Al mismo tiempo estaba constituida por cuatro municipalidades: Rionegro, Marinilla, Salamina y Maitamac, Sonsón.


El 18 de noviembre de 1.862 el general Tomas Cipriano de Mosquera suprimió el departamento de Oriente con capital Marinilla y lo anexó a Rionegro. El 13 de noviembre de ese año, luego de la batalla de Santa Bárbara en Cartago, suprimió como entidades públicas los municipios conservadores de Antioquia.

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En el Oriente Antioqueño, Marinilla y El Carmen quedaron bajo la jurisdicción de Rionegro y a El Peñol agregaron El Santuario, Cocorná, Granada, San Carlos, Guatapé y Nare.


Con el gobierno conservador de Pedro Justo Berrío en 1.871 nuevamente se dividió el Estado de Antioquia en seis departamentos, entre ellos el de oriente con Marinilla como capital. A éste estuvo adscrito El Carmen y la mayoría de los distritos de la región.


Finalizando el siglo, en 1.885, Antioquia fue convertida nuevamente en el departamento de Oriente con Rionegro como capital, al cual pertenecía El Carmen. Durante el siglo XX la jurisdicción territorial de cada municipio ha sido más autónoma.


REFERENCIAS:


Colección de estudios de localidades, El Carmen de Víboral - Antioquia, CORNARE-INER, Universidad de Antioquia, Pág. 54, 55 y 56.


HISTORIA PARROQUIAL


Como complemento de las haciendas instaladas en el territorio de El Carmen de Víboral, se crearon en el siglo XVIII tres templos ó capillas: dos viceparroquias dependientes de Marinilla y una de Rionegro. La primera capilla se encontraba en la hacienda Los Minerales de El Carmen, cuyo dueño era el maestro de campo Felipe Rodríguez; ésta fue concedida el 17 de febrero de 1.720 por el visitador don Pedro Zapata Gómez de Rivera. La segunda capilla se encontraba en la hacienda del Pbro. José Jiménez Fajardo, concedida el 12 de enero de 1.755 por el visitador Esteban Antonio de Posada; y por último la de la hacienda Cimarronas de  Fabián Sebastián Jiménez Fajardo, concedida el 27 de enero de 1.763 por el obispo Jerónimo Antonio Obregón y Mena.

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El Pbro. Sebastián Jiménez Fajardo, cura de Marinilla entre 1.752 y 1.785, en asocio con su hermano Juan Bautista estableció, en 1.752, una hacienda de recreo denominada “El Carmen”, en cuya principal construyó la capilla con ayuda de algunos esclavos.


La viceparroquia fue erigida en 1.806; un años después, el 29 de agosto de 1.807, luego de las gestiones adelantadas por el Pbro. De Marinilla Jorge Ramón de Posada, se elevó a parroquia por decreto del obispo de Popayán Angel Valverde Bustamante. La parroquia fue dedicada a Nuestra Señora del Carmen y su primer director fue el Pbro. Fermín Duque.

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Con el terremoto de 1.962 el templo sufrió serías averías lo que obligó a su demolición y a la edificación del actual, con el descontento de los feligreses que añoraban su antiguo templo y no aceptaron de buen agrado el diseño arquitectónico moderno.


La parroquia Nuestra Señora de El Carmen perteneció a la Arquidiócesis de Medellín hasta 1.959, cuando se creó la diócesis de Sonsón - Rionegro, a la cual pasó a depender.


REFERENCIAS:


Colección de estudios de localidades, El Carmen de Víboral - Antioquia, CORNARE-INER, Universidad de Antioquia, Pág. 123, 124 y 125.


EL CICLISMO

Los carmeños han practicado el ciclismo desde el decenio del cuarenta, de manera informal o como aficionados. En 1.982 se instauró la clásica nacional de ciclismo del Carmen de Víboral, que permitió el ejercicio profesional de este deporte.

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La competencia fue organizada por un comité afiliado a Coldeportes, y a la liga de ciclismo de Antioquia. La prueba consta de cinco etapas durante las cuales los competidores pasan por La Ceja, Rionegro, Guarne, Marinilla, El Retiro y La Unión.


El comité de ciclismo organizó en 1.984 una prueba ciclística para campesinos que fue denominada Trepadores de La Madera, con la idea de formar figuras en este deporte. Esta competencia fue ganada por Juan de Dios Fajardo, un campesino carmelitano que participó después en pruebas panamericanas. Por esos años se decía que “el futuro del nuevo ciclismo antioqueño está en El Carmen”.


REFERENCIAS:


Colección de estudios de localidades, El Carmen de Víboral - Antioquia, CORNARE-INER, Universidad de Antioquia, Pág. 152.


CERÁMICA


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Expresiones como: “si las había antes (víboras) emigraron en busca de qué comer” o “en 1.850 tenía 3.000 habitantes los que se consagraron a la agricultura que es muy limitada, por cuya razón emigran con frecuencia”, describen con certeza el precario desarrollo agrícola de antaño, factor que sin duda contribuyó a definir la vocación de sus gentes hacia la cerámica y actividades complementarias.


Pese a su cercanía a la vía, puesta en servicio en 1.770, la cual partía del sitio de Palagua, pasaba por Rionegro y Marinilla y llegaba hasta Medellín, los carmelitanos prefirieron hacerse a la vida extrayendo el barro de la tierra, antes que cultivarla. Situación paradójica, pues fueron los marinillos, gentes esencialmente agricultores, quienes iniciaron la colonización en estas tierras.


En 1.898 Eliseo Pareja, un aprendiz de locería en el municipio de Caldas, trajo a El Carmen la idea y la técnica de la fabricación de cerámicas.


Con la financiación de Froilano y Bonifacio Betancur y el trabajo de los obreros Bernardino Betancur y Fidel Múnera, inició el primer taller en ese año. Estos últimos, aprendices emprendedores, luego de conocer el oficio fundaron la Nueva Locería del Carmen, la cual se tecnificó hacia 1.901, “cuando don Bernardino construyó un horno pequeño e ideó un molino de arrastre accionado a mano, el que más tarde cambió por un molino hidráulico”.

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La marcha ascendente de la cerámica se interrumpió en la contienda fratricida de la Guerra de los Mil Días; pero concluida ésta, continuó su ritmo, esta vez acompañada por cambios tecnológicos importantes que permitieron la multiplicación de los talleres.


Sin experiencia en el comercio de los productos agrícolas los pobladores se dedicaban a vender loza a otros pueblos como Montebello, La Unión y La Ceja; a la extracción de barro y arcillas blancas de su tierra y de Rionegro, Santuario y La Ceja; y a la del cuarzo, caolín, feldespato y yeso, materias primas de la cerámica. Simultáneamente, y reafirmando su vocación de artesanos más que la de agricultores, tejían la iraca y la cabuya, fabricaban sombreros, pavas, canastos y producían aceite de higuerilla, aguardiente casero (tapetusa) y jabón de tierra.


La fabricación de cerámica en El Carmen de Víboral es una tradición de casi cien años; aprendices que conocieron el proceso en Caldas – Antioquia, lo trasladaron a este municipio convirtiendo esta actividad en una constante en su desarrollo: “la mayoría de los empresarios actuales fueron en principio trabajadores de empresas y después de conocer a fondo el funcionamiento, montaron su propio taller o sus hijos y familiares de los antiguos propietarios”.

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Por ser una actividad que requiere el desarrollo de cierta capacidad para la pintura, además de buen pulso y flexibilidad de la mano, muchas mujeres encontraron en ella la forma de ganarse la vida, especialmente como decoradoras, dejando para los hombres los oficios más duros.


Concluida la guerra de los mil días los talleres se multiplicaron y tecnificaron sus sistemas de producción, y se dinamizó también la extracción de minerales en El Carmen de Víboral y La Ceja.


Hasta 1.930 muchos talleres prosperaron debido, quizás, al acceso que tuvieron los artesanos a similares avances técnicos, la posibilidad de utilizar trabajo familiar y algo de trabajo asalariado, y la ausencia de competencia de grandes capitales. En fin, debido a que el taller  era algo “doméstico y familiar”.



Finalizando esta década comenzó a darse la diferenciación tecnológica entre los talleres y las fábricas La Libertad, Unidas, Primitiva, Moderna y Central. Esta últimas tenían procesos manufactureros un poco más modernos, y alguna división del trabajo, aunque sus formas administrativas eran muy tradicionales. A menudo la producción y el empleo caían por cambios fuertes en la demanda, además era manifiesta la diferenciación salarial entre hombres, mujeres y niños. La agrupación de estas 5 fábricas en la Sociedad de Cerámicas Unidas S.A., hacia 1.945, les dio mayor solidez financiera y contribuyó a diferenciar y a excluir aún más la producción que se realizaba en los talleres.

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En 1.945 se hizo realidad la creación de una escuela de cerámica en El Carmen de Víboral llamada Escuela Nacional Superior de Artes y Oficios, hoy Instituto Técnico Industrial. Para ese año se calculaba en 5.500 el número de personas de la localidad empleadas directa e indirectamente en el oficio. La producción cubría el 40% de la demanda nacional y se realizaban exportaciones a Venezuela, Ecuador, Las Antillas y otros países de centro y Suramérica. Esta bonanza, “época dorada de la cerámica”, los acompaño hasta 1.970, alentada por el cambio técnico que implicó la electrificación y la presencia del Estado con educación, carreteras y otros servicios.


Paradójicamente, los talleres resistieron mejor que las fábricas la competencia del contrabando de loza china, común a finales de la década del setenta. Este es comprensible si se tiene en cuenta que las fábricas tenían mayores obligaciones laborales.


En 1.979 había 22 talleres de cerámica y 11 fábricas, de las cuales sólo 7 estaban en producción. “A partir de entonces la loza de El Carmen se consolidó como producto artesanal, decorativo, más que como artículo de uso diario, sufriendo graves cambios en su demanda”.


Varios factores incidieron en la crisis de la cerámica de El Carmen de Víboral como: la competencia de locerías de producción en serie; el desarrollo de materiales sustitutos como el plástico, el vidrio y el aluminio; los altos costos de producción, entre ellos los salarios y prestaciones sociales; el poder de los sindicatos; la calidad de la producción y del diseño, las formas administrativas tradicionales y la limitada promoción de las artesanías.


REFERENCIAS:


Colección de estudios de localidades, El Carmen de Víboral - Antioquia, CORNARE-INER, Universidad de Antioquia, Pág. 60, 61, 62, 63, 64 y 65.


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